ENTREVISTA A LYDIA CARRERAS
ENTREVISTA: Lydia Carreras de Sosa
-¿Cuánto tiempo te llevo la investigación previa a la novela?
-Yo voy investigando y escribiendo, no es que yo me siento a investigar nada más porque es una tarea árida, pero voy armando la historia y en mis apuntes voy marcando donde hay algo para investigar. Hay todo un protocolo acá, cuando yo hablo del atajo, el atajo existe y lo saben todos. Yo tengo que averiguar dónde está el atajo después cuantos kilómetros hay desde Sao Gabriel hasta a donde va, porque yo pongo detalles que me los puedo inventar, pero debo saber. Entonces le presto mucha atención a eso, pero voy investigando a la misma medida que voy produciendo y armando la novela.
-¿Sentís alguna conexión especial con la historia del atajo, ya que justamente sucede en Rosario?
-Me gusta escribir sobre Rosario, no siempre doy datos geográficos porque también puedo tocar gente que se sienta molesta porque digo donde está la villa, que pasa en la villa y quienes son, pero si me siento cómoda hablando de Rosario y también sé que Rosario fue una ciudad con mucha historia, pero no es una conexión emocional que yo tenga, yo puedo poner esta historia en cualquier otra parte pero yo necesitaba que el camionero salga de un lugar que yo conocía y que hiciera la cantidad de kilómetros necesarios y yo tenía que sacar la cuenta por lo que me sentía más segura hablando desde Rosario.
-¿Cuál es su opinión sobre el caso de Loan?
-Me parece que es una tragedia aún mayor comparado a cuando ocurre con una chica joven de quince o dieciséis años con la cabeza en otro lado, con pocas posibilidades y en la pobreza aún así ella tiene la posibilidad de elegir, elige el camino errado, pero lo hace porqué en ese momento le parece buena idea. Pero en este caso, el niño tiene 5 años y una de las posibilidades que se está abaratando es que haya sido victima de la trata ¿Para qué quieren un niño de cinco años? Un niño de esa edad lo quieren para pornografía infantil y para personas enfermas, en general hombres, que buscan ese tipo de placeres. Aún así que no se trate de esto, el mercado existe y hay gente que paga para ver imágenes donde los niños son expuestos a las más crueles situaciones, pero no es el caso de Candela. A ella la quieren nada más para prostituirse diez veces por día, y en los niños es otra vuelta de tuerca más trágica y no deja de ser trata de personas
-Y para ir terminando, ¿sentís algún tipo de presión al dirigir sus novelas a un público adolescente por la diferencia de edad que puedan tener o lo tomas con total tranquilidad?
-Es una buena pregunta. Cuando yo empecé a escribir y a ganar premios, en realidad, no pensaba que estaba escribiendo para un publico, excepto una vez, que aparecía un aviso en la secretaria de cultura de acá de Rosario, donde se estaba buscando un "cuentito" que tuviera 3 páginas, determinado número de caracteres y que fuera para una edad de de 11 años. Entonces fue la única vez en que yo, en mis comienzos, dije de 10 a 11 años, ¿cómo hablan los chicos de 10 a 11? Todavía no tenía nietos, ¿cómo hablan? Y encontré la voz. Naturalmente, ahí sí, yo estaba enfocada en que los chicos que iban a leer ese cuento tuvieran de 10 a 11. Después no le preste atención a eso, pero a medida que me empecé a meter con editoriales y tuve mi propia editora, ahí ya la cosa empezó a estar como ahora. Si, estoy muy, muy consciente. Muy consciente. De como hablan los personajes, de cómo hablan los chicos. Yo tengo una nieta, tengo nietos de todas las edades, ¿no? Escribo para adolescentes, llamo a uno y le digo: "léeme esta página y decime si estás escuchando a alguien de tu edad". Entonces, van leyendo, van leyendo y dice: "no, esta no. Así no hablamos, no. El "boluda" sacalo de acá y ponelo acá abajo". Y me van como que armando. Yo les hago caso. Les hago caso porque siempre tienen razón. Así que si, soy muy consciente de eso.
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